Probablemente reconozcas los curiosos paisajes de La Ciudad Encantada de Cuenca, en España o las famosas cuevas Aggtelek, en Hungría, éstas últimas como Patrimonio de la Humanidad desde 1995. Lo que quizás no sabes es que estos dos lugares tienen algo en común: son dos tipos de relieve kárstico. En el post de hoy vamos a contarte qué es un relieve kárstico (o relieve cárstico) y cómo se forma a lo largo del tiempo las estructuras que lo caracterizan.
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¿Qué es el relieve kárstico?
El relieve kárstico se debe a la erosión del agua en las piedras calizas, y su nombre proviene de una de las zonas entre Italia y Eslovenia donde más representado se encuentra este paisaje. Este tipo de relieves se originaron por el arrastre o acumulación de materiales solubles y desintegrados, como los que están constituidos por carbonatos.
Curso de ensayos con trazadores en el estudio de acuíferos kársticos
Suele ser común encontrarse fenómenos como estos en rocas calizas, evaporitas (hablamos entonces de yeso y sal), dolomitas y cuarcitas. De esta manera, actualmente encontramos un relieve sólido que se va degradando y va disolviendo la roca en función de las condiciones del ambiente y por lo general se caracteriza por la ausencia de agua superficial debido a la filtración de la misma.
Este proceso genera variedad de formas como cañones, cuevas de estalactitas o poljés, entre muchas otras. Este tipo de formaciones representan la evolución geológica durante miles de años, constituyendo un testimonio inigualable del desarrollo de los paisajes a lo largo y ancho del planeta. El relieve kárstico puede darse externamente o internamente, por lo que tiene multitud de formaciones, tal y como veremos a continuación.
¿Cómo se forma el relieve kárstico?
El proceso de formación del modelado o relieve kárstico es realmente lento, y se produce en zonas calcáreas, donde las rocas calizas experimentan una variación en su composición química con la acción del agua. La disolución kárstica se debe un proceso químico por el cual el dióxido de carbono de ciertos aguas más ácidos (como la que proviene del deshielo) interactúa con la roca caliza creando bicarbonato cálcico, que es altamente soluble. Por tanto, cuando las aguas, tanto superficiales como las subterráneas penetran en las fisuras de estas mismas rocas, van disolviéndose hasta crear las formas de las que hablaremos más adelante y que tanto caracterizan a este tipo de paisajes.
En otros casos no es necesario que el agua sea ácida para que altere la estructura de la roca, sino que al evaporarse el agua, el bicarbonato de sodio y el gas que desprende entran por fisuras mucho más pequeñas y las sales se cristalizan, formando lo que conocemos como estalactitas y estalagmitas, que se encuentran en cuevas y otras estructuras subterráneas.
Por tanto, las alteraciones químicas de las que hablamos son las que forman elementos del paisaje kárstico, que pueden ser exokársticas (es decir, que se forman en zonas exteriores) o endokársticas (es decir, subterráneas).
Tipos de relieve kárstico
Tal y como ya hemos dicho anteriormente, el relieve kárstico puede darse en el exterior o de forma subterránea, ambas debido a la erosión de las rocas. Esto puede generar multitud de formas y de modelados, las cuáles vamos a comentar a continuación.
Formas exokársticas o relieve kárstico externo
Este tipo de formaciones son las que se encuentran en la superficie, y suelen caracterizarse por terrenos y formas irregulares. En este caso, encontramos estas formas por el proceso de disolución de las rocas o bien por el derrumbe de otras estructuras endokársticas, como cuevas.
La forma más típica del relieve kárstico es el lapiaz o los lapiaces. Se trata de grietas superficiales que pueden llegar a medir algunos metros, caracterizadas por estar separadas por paredes o tabiques de roca. Por lo general se suele encontrar en zonas llanas con grietas o fisuras por las que discurre el agua, y con el paso del tiempo algunos lapiaces terminan convirtiéndose en cañones y otros tipos de relieve kárstico.
Por su parte, las dolinas son depresiones circulares y cerradas que llegan a alcanzar grandes dimensiones. Se trata por tanto de una especie de valle redondeado con paredes inclinadas, que puede generar cuevas o terminar inundado en zonas de costa. Esta formación también es conocida bajo el nombre de torca. Si muchas dolinas terminan juntándose creando una sola forma kárstica, se denomina uvala, y deja de ser circular para tener una forma alveolar.
Por su parte, los poljés son las formas kársticas más grandes que podemos encontrar, llegando a medir hasta kilómetros. Se trata por tanto de depresiones muy extensas caracterizadas por tener un fondo plano y que por tanto se encuentra cerrada por laderas muy escarpadas. En teoría se trata de una uvala (es decir, muchas dolinas juntas) muy extensa. Aún así, en el interior de un poljé podemos encontrar las formas kársticas anteriores.
Tanto las hoces, como los cañones o los desfiladeros resultan valles estrechos y profundos que han sido creados por la acción de los ríos.
Formas endokársticas
El relieve kárstico también se puede encontrar en zonas subterráneas, dando lugar a cuevas, grutas y otro tipo de paisajes kársticos muy llamativos.
Las cuevas son las formas endokársticas más comunes, y se forman gracias a la filtración del agua por las rocas con fisuras. La forma kárstica más típica en estos casos son las estalactitas, que se forman a partir del agua y el carbonato cálcico; o las estalagmitas, que se forman gracias al agua del suelo.
Por su parte, las simas son grandes aberturas en la roca que se comunica directamente desde las galerías subterráneas a la superficie.
Por último, debemos hablar de sumideros, que son aperturas por donde fluye una corriente de agua superficial hacia un sistema de agua subterránea.
Todos elementos forman parte de lo que se denomina relieve kárstico, y dependiendo de la zona y las condiciones de la misma, las formas kársticas pueden variar considerablemente entre distintos sitios.
¿Conoces algún sitio con estas características? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
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Fuentes:
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